domingo, 22 de marzo de 2015

EL LOBO








Apenas medio centenar de individuos sobreviven en lo más recóndito de Sierra Morena, principalmente en su sector oriental (provincias de Jaén, Córdoba y Ciudad Real), aunque en las sierras de los Santos y de Hornachuelos también sobreviven algunos ejemplares. En Extremadura la especie parece haberse extinguido junto con el siglo XX, mientras que en el resto de Andalucía y Castilla-La Mancha (a excepción de ciertos puntos de Guadalajara) el lobo hace décadas que únicamente pervive en las mentes de los habitantes del medio rural, donde permanece impresa su huella en forma de creencias, refranes, leyendas, romances o supersticiones, un rico acervo que forma parte de nuestro patrimonio cultural.




Un exterminio anunciado

El sur de la Península Ibérica constituyó un inmenso territorio de caza para el gran depredador europeo hasta bien entrado el siglo XIX . Los siglos de presencia musulmana favorecieron hasta la Edad Moderna la conservación de enormes masas forestales que durante el Medievo conformaron las inseguras tierras de frontera. Éstas cobijaban una extraordinaria fauna de grandes mamíferos compuesta por linces, osos, lobos, encebros (caballos silvestres ibéricos), ciervos, corzos o jabalíes. La posterior cristianización del territorio trajo consigo la deforestación de estos enormes despoblados, que inmediatamente fueron objeto de sucesivas campañas de repoblación por parte de la corona castellana. El resultado no fue otro que la roturación de millones de hectáreas de quercíneas para su puesta en cultivo. Los grandes vertebrados comenzaron a escasear, permaneciendo de manera estable únicamente en los terrenos acotados para la caza mayor, generalmente administrados por manos privadas. Algunas especies (las más exigentes ecológicamente) se extinguieron o se volvieron muy escasas; el lobo, mientras, se sustentaba gracias a los millones de cabezas de ganado que, todavía, se podían encontrar en la práctica totalidad de la geografía peninsular.

Al finalizar la Guerra Civil española el lobo tan sólo se mantenía en Andalucía en Sierra Morena. Apenas unos años atrás habían desaparecido de la Serranía de Ronda, Sierra Mágina y de las montañas que separan las provincias de Málaga y Granada. En el macizo de Sierra Nevada y en el altiplano de Baza se vieron algunos ejemplares divagantes durante la década de los 30, mientras que tímidos movimientos de individuos solitarios procedentes de Sierra Morena serán detectados todavía durante los decenios posteriores en las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas, el Valle del Guadalquivir y los bosques situados al norte del actual Parque Nacional de Doñana.

La entrada en vigor de la Ley de Caza de 1970, auspiciada por Félix Rodríguez de la Fuente, significó la inclusión del lobo como especie cinegética, estableciéndose entonces y por primera vez en la historia un (teórico) período de veda para su caza. No obstante, al igual que sucede en la actualidad, el lobo continuó siendo perseguido con saña. De hecho a finales de la década de los setenta (y coincidiendo con el mínimo histórico poblacional de la especie en la Península Ibérica) su regresión era ya palpable incluso en los feudos más tradicionales de la especie en Sierra Morena oriental. Así, desde 1970 a 1979 sabemos de la muerte mediante la caza deportiva de más de 120 ejemplares en el conjunto de la cordillera mariana.

En la actualidad su caza se halla prohibida en Andalucía, Extremadura y Castilla-La Mancha desde mediados de los años ochenta. Pero, a pesar de ello, la intensa persecución de la que es objeto en forma de caza furtiva, junto con el aislamiento genético respecto de otras poblaciones lobunas, el impacto de nuevas obras de infraestructura o su posible hibridación con canes domésticos, dificultan su recuperación, comprometiendo seriamente el futuro de esta mítica especie en el sur de Europa occidental.


FELIX RODRIGUEZ DE LA FUENTE






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