El gato montés se asemeja mucho a un gato doméstico, aunque su
aspecto es más corpulento y presenta un tamaño mayor, con la cabeza
ancha y el hocico corto.
Las orejas son pequeñas y los ojos de color ambarino o verdoso, de pupila vertical.
El pelaje grisáceo es algo pardo, con rayas oscuras por todo el
cuerpo menos en el vientre, que es de color blanco pardusco, a veces con
manchas negras. Puede presentar dos manchas blancas en la garganta y en
la región inguinal. Sobre la cabeza tiene cuatro bandas negras que
convergen en una línea longitudinal del mismo color sobre el lomo.
Su cola, corta, ancha y anillada, es muy poblada y tiene un extremo romo de color negro.
Mide unos 90 cm de largo y 38 hasta la cruz, y pesa unos 5 kg. Existe
dimorfismo sexual en el tamaño corporal y craneal, además de los órganos
genitales. También la cresta sagital es mayor en machos que en hembras.
El hábitat principal del gato montés lo constituyen las áreas de bosque
relativamente bien conservadas, aisladas de la actividad humana. Es un
animal típico del bosque mediterráneo. Los ecosistemas más adecuados
para la especie lo constituyen el matorral mediterráneo bien conservado
del sur y del centro de la Península, junto con estepas, bosques
caducifolios y zonas húmedas del norte.
El gato montés es un gran cazador de roedores, pequeñas aves y sobre todo conejos, que constituyen la base de su alimentación.
Suele cazar al acecho, esperando a que la presa se ponga a su
alcance, para después con un fuerte salto capturarla con las garras y un
mordisco en la nuca si son presas pequeñas o asfixiando a las más
grandes. En muchos casos también se arrastra a ras de suelo y mediante
sigilosas aproximaciones consigue capturar a sus presas. Suele ascender a
los árboles para expoliar nidos alimentándose tanto de pollos como de
huevos. Además de buen trepador es un buen nadador.
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